NEPTUNO
Neptuno, 165 años para completar su órbita alrededor del Sol.

Neptuno, de no ser que conozcamos sus coordenadas y dispongamos de un aparato adecuado, será difícil que lo veamos. Acaso lo confundamos con una estrella. Como hemos dicho en otras ocasiones, desde siempre el hombre conocía los cinco primeros planetas del Sistema Solar: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. El hombre vivía en la Tierra y por ello este planeta no se podía considerar como uno más de la serie de astros que se movían alrededor del Sol. Es en épocas recientes, cuando por casualidad Herschel, en marzo de 1781 descubre el siguiente planeta, Urano. Ya decíamos cuando hablábamos de Urano, que estaba observando en la región de Gemini (Los Gemelos) y allí encontró a ese planeta. Al principio creyó que lo que había descubierto era un cometa. Pero pronto se comprobó que se trataba de un planeta nuevo que iba a aumentar a seis, (o siete contando la Tierra), el numero de los planetas conocidos hasta ese momento. Siempre he dicho que para mí, el descubrimiento de Neptuno es el mas asombroso. O como digo muchas veces, creo que es una de las más fascinantes historias de la Astronomía. Vamos a contar el descubrimiento. Tenemos que remontarnos al año 1845. Ya hemos dicho que se había descubierto el planeta Urano en 1781. Científicos eminentes entre ellos Laplace, ayudaron a calcular la órbita del mismo y a fijarlo como un planeta, que sería el séptimo del Sistema Solar (si ya empezamos a contar a la Tierra, como el tercer planeta que gira alrededor del Sol). Al descubrirse Urano, todas las atenciones de los astrónomos y todas las observaciones de los telescopios del mundo, se dirigen hacia este astro, para tratar de calcular su órbita y los parámetros que servirán para poder conocer en cualquier momento su posición en el cielo. Curiosamente se empiezan a encontrar ligeras discrepancias entre las posiciones en que se observa el planeta y las teóricas que según su trayectoria debería ocupar. Así se sigue durante una serie de años, empezando a pensar los hombres de ciencia, que estas ligeras alteraciones en las posiciones de Urano, acaso sean debidas a la existencia de otro planeta, aún no descubierto y que le afecte con sus atracciones. Así se inicia la fascinante aventura de buscar a este nuevo cuerpo del Sistema Solar. Dos eminentes matemáticos y astrónomos cada uno en su país, Leverrier, francés y Adams, inglés, este último casi desconocido hasta ese momento, se lanzan a la apasionante aventura de explicar las alteraciones que se observan en Urano, buscando la causa de las mismas, en la existencia de un nuevo planeta. Los dos inician arduos y laboriosos cálculos, que les llevarán largos meses de trabajo. Ninguno de los dos tenía telescopio de la suficiente potencia con los que hacer observaciones precisas. Leverrier, tras finalizar estos estudios y como leemos muchas veces, después de llenar diez mil hojas de farragosos cálculos, escribe a un amigo suyo, Galle, astrónomo alemán, que trabaja en un famoso observatorio con un telescopio muy potente, para decirle, que observe el cielo el día 1 de octubre de ese año 1846, en una posición que le fija por coordenadas. En esa posición, debe de encontrarse ese planeta desconocido hasta ese momento y que era el causante de las alteraciones que se observan en Urano. Naturalmente Galle, no espera a ese día para observar en el punto indicado por Leverrier, sino que en cuanto tiene conocimiento de la carta de éste, ya días antes, dirige su telescopio hacia esa zona del cielo y con asombro, encuentra allí un cuerpo que hasta ese momento no figuraba en los catálogos estelares. Así se descubre Neptuno, al cual se bautiza precisamente con el nombre del dios de los mares y océanos. Leverrier, descubre a Neptuno sin utilizar telescopio. Durante mucho tiempo se dirá que Leverrier no necesita telescopio, para descubrir planetas, sino que le basta para ello papel y lápiz. Por esto, y como decíamos anteriormente, siempre he creído que ésta es una de las más asombrosas y fascinantes historias de la Astronomía.

 

 

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